lunes, 14 de mayo de 2012

CRÓNICAS DE UNA CIUDAD

“ABIERTO LAS 25 HORAS”                                              Patricia Graciela Arano


Venir sin haberse ido.
Es las nueve de la mañana, sábado, entro a un café (ex de otro) un bar de esos, esquina en parte vidriera en parte lugar de espera para lo que sea, hay un policía cerca de la puerta mirando geométricamente del Correo a la parada y viceversa, saco una foto a unas cerámicas de una artista del lugar, no es un sitio para extrañarlo después de irse, salvo por que aquí se puede fumar, no como en Trelew.

Lo único son las conversaciones de las mesas, ahí puede estar lo que busco y no se que es.

Ahora se sientan dos mujeres con dos pibitas delante de mí, un hombre del lado del mostrador mira hacia donde estoy, se toca la pera, mirada sostenida por dos rayitas de ojos,
levanta el diario una publicidad en letras negras LA NIÑA DE ORO, PIZZA, CAFÉ . Tipo joven en camioneta estacionado mastica chicle y mueve la boca hacia la mujer que tiene al lado, se miran como besándose, pienso cuanto tiempo tardara el en tener papada y darle un beso a ella en el aire, sin tocarla cuando el tiempo se haga cargo, y me desagrado por ese pensamiento.

Hasta que viene el mozo y la mujeres piden cerveza, la de enfrente a mi cara, es la más paciente, la otra se mueve obedeciendo primero a sus nalgas que son mas voluminosas y mandan en todo al acomodo del cuerpo, está de espaldas.

__Tomás Mica te la presto ¿he?
_ Mami yo quiero una igual con alitas rosas, como en la tele.
__Pero esta es más linda ¿nocierto mami?

Muñequitos en la mesa

Se cae la cerveza, se derrama, la de espaldas putea algo, la otra impasible, toma un trago lento y junta miguitas de papas fritas, mira a la nena que no tiene la muñequita con alas rosas, le pregunta si quiere algo y que le va a comprar una mas grande que esa.

El sentido de propiedad en la competencia a veces es extraño en los lugares que se da.

Frenazo, nadie gira la cabeza, solo yo, como si fuera algo cotidiano.
Vuelve el mozo con cerveza, Pepsi  y pizza, guardan los muñequitos

_¡Para nena, para! Ahora, ya te corto.

Dos pibes flaquísimos pasan hablando por la esquina mientras bostezan, el de vos de corneta
con el celular pegado a la cara se adelanta.

_A ese yo le dije que le iba a romper la boca esta noche, parate y vas a ver
le dice al aire-

 el otro se ríe, va detrás. Se pierden por la calle hacia la Gobernación que está tirando una


sombra del lado de las esculturas.

La nenita se acerca con pulseras plásticas, no me da tiempo a darle unas monedas, le doy igual, se lo alcanzo, me deja unos elásticos con dos pelotitas rojas, charlamos

_Si voy a la 750 a la mañana, pero te la regalo, no gracias, chau.

Una con celular se contorsiona para ponerle azúcar al café sin soltarlo.

Dos mujeres con el pelo atado tirante conversan en la barra a las risas, se paran para pagar,
ambiente de neblina de cigarrillo como en un entresueño, se ven sus dientes, el resto de las caras no, como el gato de Chessire.
El Rawson-Trelew se estaciona enfrente y empieza a tragar gente muy despacio.

Faltan cuarenta minutos para el partido, sacan las mesitas plegables a la vereda.

La velocidad de la calle, la velocidad del café, la humana, todo a destiempo  como cuando uno lee y escribe en lo que lee.

__¿Y no te bajonea un poco el gris y el frío aquí?

_ Para nada, a nosotros los de Rawson, los de acá (remarca bien) los de acá, acá,  nos juntamos para correr carreras, o vamos a Trelew de caravana y todo bien.

Dice la chica

Pensamos que un trabajo, el calor o el paisaje definen el tipo de gente que se es, histérico y presuntuoso en el calor húmedo de lo que aquí denominan Norte, organizados bajo el cielo luminoso de San Luis, silenciosos, como ausentes  los del abismo tumultuoso que es la Patagonia.

Sobretodo el que camina una ciudad, yo camino y observo por descolocación, incompletud
los conformes se quedan en su hogar, si salgo a escribir es porque me falta algo, lo busco en este sábado, pero no sé que es.

Pero esta es más linda ¿nocierto mami?


Vuelvo y doy vueltas y mas vueltas a la Plaza (o sea el centro), hay otro centro en ese medio, entre árboles altísimos y baldosas en los que juro veo la impronta de fósiles de hojas, me siento y ahora soy un centro más y veo…
Caminando un policía con chaleco naranja, dos perros con dos señoras atrás, uno con un changuito con una gallina atada, otro que salió del Banco Provincia con una cara como de langosta, despacio, una bici con tres con camisetas de boca haciendo equilibrio,, y una paloma que aterriza no muy convencida cerca de mi banco. 
 Mi mirador sociológico se está poniendo frío, así  que tiro el pucho con una sensación de vigilanta terrible.

Me dijeron de una librería de usados detrás de un Ministerio, huyo urgente a ver si se escapa o es mentira.




Macedonio decía que uno se da cuenta que envejece rápido, por como las situaciones o cosas se nos prenden y melancolizan ahí, cuando rebotaban como nada en la juventud.  Bueno eso me pasó
(envejecí rápido) cuando veo la vidriera llena de carteras de plástico con dibujos restallantes, velas con santitos y como sin querer pocos libros  llenos de polvo.

Entré igual
Sale del fondo, emanando calor y un mate, entre ruedas de bicicleta a la venta y pilas de discos viejos tirados por el piso.

__...Y por ahí están las novelitas de amor y no se… allá tal vez encuentre Usted
_ ¿Puedo ver en la vidriera? no le desordeno nada
__Si claro ¿quiere un mate?      

Una esquina blanca con las letras R en rojo me atrajo, lo saco de debajo de un veladorcito
un ejemplar de La ciudad Ausente de Piglia primera edición con la tapa original de Maccio, catorce pesos en lápiz, resisto con mucho esfuerzo las teorías de la casualidad.  Cuatro o cinco arrugas se desparramaron en los estantes, no creo que nadie se de cuenta.

_ Sí, quiero  decir no, no creo que se pueda pasar, no se…
¿Por qué no le pregunta al policía?

Me dice el tipo apurado.,  El edificio que quiero ver mas de cerca, ese que da al desierto y a la ruta
es ahora como un monumento a los que  se escaparon en los setenta, entre ellos Gorriaran Merlo, pero quedaron de seña como dieciséis  para ser fusilados, antes una cárcel, ahora un Cubo alargado, que nadie mira.  Pienso en la Prisiones, Cárceles tipo Museo de Argentina, convertidos, lavados, aggionardos por decretos Ejecutivos en zonas de memoria, disfrazados de memoria, de prepo para la memoria, lugares profundos para ver si vuelve algo de ellos, los que vinieron sin haberse ido.

                                               Memoria, me-moría, memori-a.

¿En que calle quedó colgado el miedo en Rawson?
De aquellos que algunos vecinos ayudaron a escapar
habría que ser una gaviota, describir la ciudad así                                                                                              
Desde arriba
¿Cómo se escribe eso?
Si el sol te da en la cara
Y solo el edificio tumba
La gran lápida sin flores

Arriba cumbia del algún celular, por la ventanilla veo un viejo sentado en la vereda, cara de personaje de Conrad sin barco, mira  la calle, habla solo, me bajo, me siento a su lado a ver si me cuenta algo Sobre Rawson –centro –plaza, algo que se me escapó todo el tiempo, las calles de una ciudad.